viernes, setiembre 07, 2007

Capítulo 1 (intento de novela)


Algunas veces parecía que el compromiso que tanto le negó Joaquín a Marcela, no tenía nada que ver con que no la quisiera. Muy por el contrario, hasta se podría pensar que era el grado máximo del amor, el espanto a abrazar algo que amaba demasiado, tanto como para no concretarlo, tocarlo sí, en ocasiones. Era difícil creer que con la maravillosa complicidad que existía entre los dos, no pudiera surgir el amor, más de una vez se habían besado, menos de diez sus cuerpos se tocaron entre sí, descubriendo por su parte ella el amor, la gloria y para Joaquín quizás era un más de las tantas mujeres- objeto en su cama.

Joaquín disfrutaba leyendo literatura peruana, Eielson, Reynoso, y sobretodo Ribeyro, ya había leído cuatro veces “Los geniecillos dominicales”, libro que por cierto era de Marcela quien no lo había acabado por olvido, Joaquín pensaba que de seguro por andar abstraída y casi sumergida en alguna novela de Alfredo Bryce, el escritor favorito y semidiós de ella. Ella adoraba prestarle libros, porque adoraba que la gente lea lo que ella, él tampoco se hacia de rogar cuando de cambiar libros se trataba, hasta una de sus revistas favoritas le había regalado, y meses muchos meses más tarde ella había mencionado a la revista en un poema. Era extraño pero ella disfrutaba recoger un libro suyo del estante de él, y encontrarlo más viejo, con palabras marcadas y significados de las mismas en la parte superior, con rayas de la lápiz señalando frases enteras. Marcela reía mucho del desastre en que se habían convertidos sus hojas, sin embargo era muy feliz, porque sentía así que dentro de cada página estaba él.

Su más grande unión siempre fue la poesía y es precisamente por allí donde se conocieron, no obstante la casualidad jugó su papel para que se cruzaran una y mil veces sus destinos que a veces parecían ser uno solo.


2

Todavía recuerdo aquella primera vez que te vi Joaquín vestías de gris, sospecho que ese es el color que mejor te va, aunque tu favorito sea el azul, gris del ni feliz ni contento, del ni bueno ni malo, del ni real ni sueño, nunca fuiste ni lo uno ni lo otro, tu ajeno, ausente y tan presente en todo. Decía que te vi, fue tan fugaz y quizás tan irrelevante para esta historia, aunque el gris siempre haya sido el color que mejor haya marcado nuestra historia. Yo llegaba apurada y tarde a la primera sesión del taller de poesía en el que casi nadie se conocía, y tu también apurado te ibas a trabajar, un amigo te acompañaba recuerdo.

No te volví a ver hasta la semana siguiente en que desde el ómnibus en que nos trasladaría a otra universidad, te vi, te vi perdido entre toda la gente que pugnaba por subir al carro. Te contemple un rato, sin estar plenamente segura de donde había visto esos dos ojos marrones preciosos. Esta vez no traías aquel emblemático plomo sino más bien una camisa a cuadros y un pantalón jean.
 
posted by Octavia at 3:28 p. m., |

5 Comments:

  At 12:34 a. m. Anonymous Anónimo said:
Es el miedo que todos tenemos de romper algo con nuestros propios brazos, de puro puro amor desastillarlo hasta no poder juntar pedazos.

¿Volvería todo a comenzar?
  At 12:46 p. m. Blogger Bicho said:
Un cadaver exquisito con tu cuento de rasgos exquisitos....
nunca fuiste ni lo uno ni lo otro, tu ajeno, ausente y tan presente en todo.
adoraba que la gente lea lo que ella
ella disfrutaba recoger un libro suyo del estante de él, y encontrarlo más viejo, con palabras marcadas y significados de las mismas en la parte superior, con rayas de la lápiz señalando frases enteras.
  At 12:50 p. m. Blogger Bicho said:
No conosco a nadie...que escriva... yo no cuento... porque tampoco se quien soy.
  At 2:03 a. m. Blogger Jen said:
ver a la personas en colores es genial. Un beso
alguna vez yo hice un rompecabeza, del que nunca, nunca me olvidaré