lunes, diciembre 11, 2006

Chica de novela

Comencé creyéndome Octavia de Cádiz, y por ratos muchos ratos Martín Romaña, por su nostalgia, por su ansiedad, su soledad y por esa manera de amar. Pero en cada hoja del libro encontraba más coincidencias con Octavia, y terminé por creer ser una protagonista de un libro, con la excepción de que Octavia pertenecía a la realeza, y yo no. ¿Pero en que nos parecíamos entonces? Martín dice Octavia vestía casi siempre de negro, y lo llamaba de madrugada, sufría con su tristeza, y nunca, nunca lo dejaría al menos mientras estuviera enfermo y triste. Octavia lloraba y se le corría el delineador, era muy sensible e imaginativa, pero le ponía celosa el recuerdo de Inés.
Y si te estuvieras defendiendo de ella, Martín? Sabes que Inés nunca volverá y a lo mejor temes... No, tampoco es eso. Es tu indiferencia. Tu enorme indiferencia y ese interminable decaimiento. No estás sano, todavía, y no logras ver sino instantes de esa muchacha que te llama a las tres de la mañana para decirte que no vayas a tener miedo, para que sepas que si hoy se fue furiosa y celosa, mañana volverá.
Después pase a sentirme Maria Fernanda Trinidad y a ratos Juan Manuel Carpio, quienes todo el tiempo se carteaban incluso cuando ambos ya estaban con otras parejas, y tenían sus encuentros apasionados, pero más que todos sus cartas rebosaban de amistad, eran lindas yo nunca tuve cartas, sin embargo alucine que quizás podría pasarme algo así, si sentí esto “y aún se me bañan los ojos en lágrimas de amor, de amistad, de hermandad, de complicidad, de misterio y de confianza, y de tú y yo algo tenemos de todo eso, algo y mucho”
Más adelante ya vendrían a embobarme (aunque confieso que no acabe de leer los dos libros siguientes, no obstante unas palabras bastaron para que me quiera meter nuevamente en un personaje de novela) eso libros fueron Rayuela de Cortázar y Delirio de Laura Restrepo. Bueno La maga, Agustina (al menos desde que estuvo loca) y yo teníamos algo en común: no nos peinábamos, o para que suene mejor: nuestros cabellos eran desordenados. La Maga era torpe y distraída, y le agradaba fumar con Oliveira, y claro era eso de encontrarse en todos lados con él, por donde sea, sin llamarse, era el gusto por el café, y escuchar las conversaciones interesantes de Oliveira, las cervezas.
"casi siempre acababan por encontrarse y se reían como locos, seguros de un poder que los enriquecía. A Oliveira le fascinaban las sinrazones de la Maga, su tranquilo desprecio por los cálculos más elementales”
Y bueno Agustina, y su locura, Aguilar y su sufrimiento por ver a su mujer así, Aguilar por volver al pasado, Aguilar añorando la alegría de Agustina. Aguilar. Se trata de algo que yo le hice, y que a ella le causa mucho daño”

Todas eran antiheroínas, ninguna quería salvar el mundo, apenas y podían con ellas. Todas eran tristes, Octavia no era más que una chica de la realeza, necesitada de mucho afecto y con ganas de vivir en un mundo más normal que al de una princesa, le tiraba cachetadas a Martín cuando se enfurecía o se marchaba, no siempre era buena. María Trinidad era otra señora que nació en cuna de oro, pero que esta vez debía sacar adelante a sus hijos y trabajar, trabajar mucho, ya que su esposo un fotógrafo chileno no le servía de mucho, y entonces por otro lado estaba su amigo el músico peruano Juan Manuel Carpio. Y la Maga, la pobre no era una persona muy inteligente, hablaba cada burrada que al mismo Oliveira lo avergonzaba, sin embargo siempre él buscaba su compañía, era torpe y Agustina no era otra cosa que una loca, ¿loca de amor?
 
posted by Octavia at 11:13 a. m., |

1 Comments:

hummmmmmmmmm Octavia de Cádiz e Inés, pero bueno, siempre puede existir una mezcla entre la quimera y la enamorada de la niñez limeña creando algo así como una Octavia de Cádiz, luz de donde el sol la toma.......quién sabe....