martes, diciembre 04, 2007
Octaviadas
Esta vez tampoco pude terminar porque Octavia pegó un salto desde el diván hasta el Voltarie y se instaló cómodamente sobre las rodillas del enfermo para matarse de la risa. Lo había entendido todo pero quería volver a entenderlo todo otra vez. La verdad, en mi vida había logrado hacer feliz a una mujer y la taquicardia era tan atroz hasta en mis piernas que Octavia no tuvo más remedio que aplastarme el corazón con una mano para poder seguir leyendo y matándose de la risa con la otra.
En fin, esto tampoco sé muy bien cómo contarlo, pero así fue porque la pobre Octavia llegó a perder el equilibrio de felicidad en el momento en que más latió hasta el sillón Voltaire.
Mientras estuviera enfermo y triste jamás me dejaría
*El hombre que hablaba de Octavia de Cádiz, Alfredo Bryce
2 Comments:
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y minutos después de leerlo sigo con un signo de interrogación sobre la cabeza...
Terminaste de leer el libro?