viernes, junio 23, 2006

Celestina casualidad, él otro.

El otro día lo vi, por casualidad. Una vez más. Casualidades, destino que sé yo. Más de una, dos, tres, de cuatro veces me lo encontré en la calle. No vivimos cerca (a 40 minutos), trabajamos de extremos a extremos, ya no estudiamos juntos. Pero lo vi.
La última vez que salimos con nuestros amigos, discutí con él. Como siempre la única que peleaba era yo. Él sereno hasta los huesos y temulento sin entender gran parte de lo que le decía. Pocas veces creo firmemente tener la razón pero esta vez si la tuve. La siguiente vez que lo vi, fue en el lugar en donde dicen aprendemos periodismo. Pase por ahí a visitar a unas amigas. Él pasaba, le puse mi pie como impedimento. Se hizo a un lado y siguió de frente. Mis amigas me miraron asombradas, y yo me quede más. La molesta era yo!. Es difícil que este molesta mucho tiempo con él. Ahora si lo estaba. Molesta muy molesta. O.K podía haber estado apurado, ocupado pero no le hubiera costado decirme. Hola Samy!, y seguir de frente. Pero, no lo hizo. Pregunte por esa actitud conmigo. Dijeron que no sea engreída que andaba muy ocupado, dijeron que él es así. Ese desplante pasó, pasó. Luego de dos meses y pico lo llamé para que me ayude en un trabajo en un principio aceptó gustoso. Luego no podía. Samy llámame a ver si puedo tal día. What?. Ya no, eso fue lo que me dije, yo puedo sola. Su ayuda hubiera servido, si. Es más pensé en él porque es unas de las pocas personas que tienen una paciencia para enseñar a esta distraída veinteañera. Además los amigos casi siempre están ahí para ayudar y si este es, sí (todavía) tu mejor amigo.

Decía que lo vi. Yo estaba llamando por teléfono a una amiga. En eso, me quedo entre sorprendida y risueña. Me acerco. Y le digo Hola! Que haces acá?. Me mira entre sorprendido y sorprendido.
Estaba esperando a una amiga porque se iba a reunir con la gente de su anterior chamba. Yo esperaba que una amiga me llame para decirme donde nos encontrábamos. Mientras matábamos el tiempo hablando.

No era el mismo. No lo era. No era el pata sencillo, amable y humilde. Solo habían pasado 2 meses y pico de verlo. Había cambiado. Me contaba de sus salidas con sus patas. De sus proyectos. Hasta de viajes me hablaba. Pero.... también decía que no tenía tiempo. Me invitó a una actividad cultural que su grupete está organizando, me invitó. Insisto no era el mismo. Hasta parecía mayor. Lo sentía lejano, no como mi querido amigo. Me comentó que iría la próxima semana a Queirolo con unos patas. Nunca me dijo: ¿cuándo nos juntamos? ¿vamos?

Parecía estar excluida de su 2005.
Ese no era mi amigo “el imbécil”, “el borracho”
Los profesores con los que viaje, me adoran vieras me adoran- me repetía.
¿Cuándo se había jactado de que la gente lo quería? ¿Cuándo le había importado eso? Había sobrellevado muy bien el que algunas chicas se interesen por él. Yo había aplaudido esa humildad. Si algo que compartimos en el pasado, era nuestra humildad y sencillez.
Yo estaba extrañada.

Etiquetas:

 
posted by Octavia at 4:52 p. m., |

0 Comments: